En Guatemala, las adolescentes enfrentan numerosos desafíos relacionados con la discriminación de género. A menudo, las jóvenes se ven obligadas a abandonar sus estudios debido a la pobreza, el trabajo infantil, y las responsabilidades domésticas. La discriminación de género es un problema persistente que limita sus oportunidades y condiciona sus posibilidades de participación y liderazgo en sus comunidades. Estos obstáculos no solo afectan su presente, sino que también condicionan su futuro.

En medio de estos retos, emergen historias inspiradoras de adolescentes perseverantes. Manuela y Juliana, dos jovenes de 21 y 19 años respectivamente, están cambiando la narrativa en sus comunidades. Para ellas la vida ha dado un giro, desde que participan en el proyecto “Juventudes empoderadas para ejercer sus derechos”.

Manuela, oriunda de Tierra Blanca, siempre soñó con hacer una diferencia en su entorno. Desde que participa en el proyecto, ha desarrollado habilidades en liderazgo y comunicación que le han servido en su rol como Pro Secretaria de su comunidad “Me siento contenta de participar en mi comunidad, apenas llevamos 2 años en que nos toman en cuenta porque casi siempre eran hombres” comenta.

“A las mujeres y niñas les digo que si podemos estar en un cargo y salir adelante, no solo los hombres lo pueden hacer”

Manuela

Su testimonio invita a recordar la importancia del amor propio ya que es clave para reconocer el potencial de liderazgo de la juventud “Nosotras como mujeres podemos lograr las cosas cuando nos proponemos, sin importar que digan los demás”.

Juliana, por su parte, ha encontrado en el proyecto una herramienta para volver sus sueños realidad. A través de su participación activa en el proyecto, ha aprendido a reconocer su poder y capacidad “Hemos aprendido sobre el liderazgo, derechos y oportunidades que tenemos. Las mujeres somos independientes y tenemos que ser líderes de nuestras decisiones y pensamientos.”

Para ella el camino ahora es claro “Mi sueño es ser una estudiante destacada y graduarme. A largo plazo me gustaría ser dermatóloga o pediatra” manifiesta.

“Hago un llamado a cada familia de que todas las mujeres valemos igual que los hombres”

Juliana

El testimonio de ambas chicas nos recuerda que, con el apoyo adecuado, las adolescentes pueden superar los obstáculos y convertirse en verdaderas agentes de cambio.